El Museo, es pequeño pero interesante. Su entrada es gratuita, aunque después de los más de 60 euros que cuesta la entrada a Petra no es ningún regalo. Se agradece su potente aire acondicionado.
Ofrece bastantes piezas y un sistema de pantallas de ordenador que te informan de la corta historia de los nabateos que fue influenciada por romanos y griegos. De hecho el nombre original de la ciudad era Raqmu, siendo los griegos los que le dieron el definitivo nombre de Petra.
Con más de 2.000 años de antigüedad, destaca la precisión del tallado de esta columna en la que ha llamado mi atención el saltamontes, posiblemente uno de los pocos seres vivos que pueden vivir aquí.
El taxi que pone el hotel para llevarme y recigerme en Petra, apenas a un par de kilómetros pero con un desnivel muy pronunciado, ha parado para poder fotografiar la entrada de la ciudad desde cierta altura.
He pedido una cerveza sin alcohol y me han servido algo parecido, bebida de malta, un poco rara pero se puede beber.
Esta noche otro plato típico y recomendado por el restaurante: Gallayeh, que viene a ser pisto y en este caso con pollo.
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